Ponerle rejas hasta al equipo externo del aire acondicionado o tomar un taxi por cuatro cuadras. Son algunas de las costumbres que adoptaron los vecinos y comerciantes de Laprida al 1.100 -donde el martes a la noche hubo un asalto comando- y alrededores.
“A mí me robaron hace un tiempo ya. Pero la gente que viene a comprar comenta que le robaron millones de veces”, dijo un almacenero que trabaja en la esquina de Italia y 25 de Mayo. El hombre indicó que sólo atiende a puertas abiertas desde la mañana y hasta el mediodía. Después, cierra las rejas e interactúa con los clientes a través de los barrotes de hierro.
Otro comerciante de esa misma cuadra consideró que tiene “suerte” por no haber sufrido ningún asalto. Pero aclaró que cada noche regresa a su casa en taxi, pese a que vive a cuatro 400 metros de su negocio. “Acá, al que le toca le toca. En la esquina les arrebatan de día (las carteras) a las mujeres, en la parada del colectivo. Es una locura lo que está pasando. Esto es tierra de nadie”, se quejó el hombre. “A mi hijo le pusieron un arma en la cabeza para quitarle el celular. No se salva nadie”, agregó el comerciante.
Sobre calle Laprida, a media cuadra de la parrillada asaltada el martes, la dueña de una despensa aseguró que un hombre había sido víctima de un robo en esa misma esquina ayer a la mañana. “El señor estaba muy enojado porque la Policía no hizo nada”, relató la mujer.
A ella también intentaron robarle. “Hace unos días, a las 7.30, vinieron un hombre y una chica en moto. Entraron con revólveres y yo grité tanto que bajaron todos (del edificio) y se fueron”, recordó desde atrás de la puerta enrejada.
A la conversación se sumó otra vecina de la cuadra, quien se quejó de las leyes vigentes. “Acá falla el sistema, tienen que cambiar el Código Penal para que se terminen estas cosas. No vamos a solucionar nada con más policías o con esos pobres agentes que los mandan a las calles sin armas, exponen a los chicos”, consideró la mujer. Los vecinos entrevistados manifestaron que tienen miedo de los ladrones, por lo que solicitaron que sus nombres no sean publicados.
El martes a la noche irrumpieron entre ocho y 10 delincuentes armados en la parrillada “Rancho Criollo”. Además de llevarse $ 10.000 del local y un monitor, despojaron a los clientes de sus billeteras, celulares y zapatillas. Luego huyeron en motos por calle Laprida.